Proyecto de Mediadores Comunitarios Juveniles
YCM - Erasmus +


Mia Kelmer Pringle, en su libro The Needs of Children (1980), sugiere que hay cuatro necesidades de desarrollo importantes que se tienen que cumplir desde el nacimiento, que son:
a. La necesidad de amor y seguridad
Esta es probablemente la necesidad más importante, ya que proporciona la base para todas las relaciones posteriores. De ello depende el desarrollo de la personalidad; la capacidad de cuidar y responder al afecto.
Una relación continua, fiable y cariñosa, primero dentro de la unidad familiar y, luego, con un número cada vez mayor de los demás, puede satisfacer esta necesidad. Puede dar al individuo una sensación de que todo tiene sentido y una identidad personal coherente.
b. La necesidad de nuevas experiencias
Las nuevas experiencias son un requisito fundamental para el crecimiento mental. En una fase temprana de la vida, el niño explora el mundo y aprende a lidiar con la vida en gran medida a través del juego y el lenguaje. En la adolescencia es importante otra forma de juego —esta vez los experimentos con distintos tipos de roles— novia / novio / trabajador / líder.
El lenguaje sigue siendo un factor crucial para un crecimiento intelectual —ayuda a aprender a razonar, pensar y establecer relaciones.
c. La necesidad de elogio y reconocimiento
Crecer requiere una enorme cantidad de aprendizaje emocional, social e intelectual. En consecuencia, son necesarios unos fuertes incentivos para que el individuo continúe a través de las dificultades y conflictos que, inevitablemente, se encontrará. Los incentivos más eficaces son el elogio y el reconocimiento continuados a lo largo del tiempo.
d. La necesidad de responsabilidad
Esta necesidad se satisface al permitir que el niño aumente su independencia personal; primero, a través del aprendizaje para cuidar de sí mismo en materia de atención diaria y, posteriormente, a través de una extensión gradual de la responsabilidad sobre otras áreas hasta que tenga la libertad y la capacidad de decidir sobre sus propias acciones y, de hecho, de poder aceptar la responsabilidad de los demás.